lunes, 30 de abril de 2007

Buenos contra buenos, gana la banca

Nos encontramos en vísperas de que Marvel publique en nuestro país, a través de Panini, el evento comiquero del año. Los héroes, dioses, extraterrestres y mutantes más poderosos de la Tierra se preparan para la guerra más difícil en la que nunca hayan tenido que luchar, la que les llevará a enfrentarse unos contra otros: la esperada y exitosa (vistas las cifras de venta en EE.UU) Civil War.
Después de tantos años de combatir mano a mano contra múltiples amenazas los buenos sacudirán a partir de ahora a los buenos y viceversa. Mientras, los lectores españoles estamos deseosos de ver un poco de sangre, sudor y lágrimas de estos superseres, enfrentados en el gran circo (véase “circo” 1-como espectáculo de confrontación de los gladiadores / 2-como espectáculo que se monta para ganar dinero o notoriedad o bien para crear polémica ) que es este crossover de proporciones gigantescas.


Dos cuestiones actúan como pilares de Civil War. La primera es ¿De qué lado estás?, eslogan sencillo, pero que expresa la idea fundamental del evento marveliano: “Hay dos lados y si no estás conmigo es que estás contra mi”. Es lo que tienen las guerras, es lo que tiene el fútbol y los pokemon. Por primera vez los héroes no combaten al lado, sino en dos frentes separados.
Una segunda pregunta se podría simplificar en: ¿Sacrificaríamos una parte de nuestra libertad por obtener mayor seguridad y protección?. No, no estamos hablando de una campaña publicitaria orientada a saber si utilizamos métodos anticonceptivos en nuestras relaciones sexuales. Es una cuestión que surge como reflejo de esta sociedad actual, que vive con cierto miedo al terrorismo tras los atentados del 11-S y del 11-M. Recordemos ese acta patriótica que Bush impulsó en los States en el que se aceptaba la violación los derechos individuales (como el de la intimidad) en el caso de una supuesta amenaza terrorista.

El detonante de este enfrentamiento es una gran explosión provocada por un superser (en este caso un villano de segunda) cuyas más graves consecuencias son la muerte de una gran cantidad de niños, a partir de la cual el Gobierno americano se plantea acelerar la aprobación de una ley que hará que los “supers” queden registrados, para tenerlos controlados a ellos y a sus poderes. Deben hacer pública su identidad y deben aceptar trabajar para el Gobierno, siendo a partir de entonces miembros de la agencia gubernamental SHIELD, a cambio de un sueldo cuasi-vitalicio. Esta idea del Registro de Seres Superpoderosos cala en unos cuantos héroes que están cansados de llevar tantos años trabajando como autónomos o incluso sin contrato para empresas explotadoras como Vengadores S.A, o 4F S.L con todo lo que eso conlleva: no tener Seguridad Social, pagas extras, vacaciones y ¡¡¡aún menos la jugosa cesta de Navidad!!! Así que para algunos es una maravillosa oportunidad de convertirse de la noche a la mañana en funcionarios (y sin tener que estudiarse 200 temas para los oposiciones ni recurrir a los enchufes).
Para los más fetichistas esto es un ultraje y una vulneración de los derechos de los ciudadanos. Y es que ellos defienden que tienen todo el derecho del mundo a ponerse una máscara, vestirse con los gallumbos por encima de sus mallas de colores chillones e ir dando saltitos y mamporros a la par sin dar explicaciones a nadie. Y además, ¿Qué gracia tiene eso de ser superhéroe si todo el mundo sabe quien eres? Se rompería así la llamada “erótica del enmascarado”, esa que les hace ligarse a la chica de sus sueños con otra identidad y les permite dejar de ser los empollones pusilánimes cuatroojos del instituto.


En todo este jaleo hay varios antecedentes relativamente próximos.
La desequilibrada Wanda Maximoff decide en una rabieta infantil, tras recrear una nueva realidad en la que todos ven cumplidos sus deseos, que los mutantes tienen la culpa de todo y que deben involucionar. Y así la cifra de dotados con el gen x queda reducida a los habitantes de un pequeño pueblo de Soria: 198. Para colmo los que quedan deciden irse a vivir a la ya poblada Escuela Xavier (¿Dónde se está mejor que en una mansión con piscina y con Emma Frost, Pícara o Tormenta cerca?). Vistas sus experiencias con las empresas de seguridad y con los vigilantes tripones que se quedaban dormidos en sus turnos de guardia el Gobierno decide establecer unos ridículos centinelas de 20 metros de alto para disuadir un poquito a los que se quieran aprovechar de los desprotegidos mutantes.


Por otro lado a unas mentes brillantes e “iluminadas” se les ocurre mandar a Hulk a otro planeta. “Tranquilos, como es verde, los extraterrestres ni lo van a notar”. “Eso, eso, le mandamos con los marcianos, que seguro que piensan que es uno de ellos que va mucho al gimnasio”. “Es una buena idea. Le enviamos a otro planeta para que lo destruya y así podemos edificar sobre suelo raso. ¿Qué os parece hacer una megaurbanización que se llame Marina Hulk?”. Un grupo de personalidades destacadas de la comunidad superheroica llamados los illuminati, que llevan reuniéndose en secreto desde que Stan Lee se compró sus gafas tintadas, lo deciden de esa forma, no sin contar con la oposición de un Namor (the Submariner) que, más que nunca dice “Ahora me enfado y no respiro”.

Y tras estos hechos se establecen los dos bandos de ésta, como todas, absurda guerra. Uno de los frentes está encabezado por un Iron Man, que no contento con amasar ya una inmensa fortuna, ser el propietario de Industrias Stark y tener uno de los edificios más altos de la ciudad de New York, decide erigirse en abanderado del acta y se pone a las órdenes del ejecutivo estadounidense para ganar un dinerillo extra, que falta le hace para diseñarse otra armadura con Windows Vista, que tira de memoria RAM y de combustible que da gusto.

Por su parte el Capitán América, va a ser el estandarte de aquellos que luchan por la libertad y por los derechos de los superhéroes. “¿Qué alguien te obligue a madrugar todos los días y a tener que llevarte tapers para comer en la oficina? Naaaa….”. “Que vivan los free-lance , que viva la libertad”. Pudiendo ser su propio jefe de por vida Steve Rogers dice que “donde hay capitán no manda marinero” y que los derechos de los supers están por encima del gobierno de turno. Y es que al Capi le basta con su propio “shield” para defender al país y al mundo sin tener que estar en ninguna lista.


Dos posturas enfrentadas que bien merecen verse las caras en un programa de Dolce Vita o en una tarde poligrafera y que, sin duda, nos harán disfrutar y gastarnos cantidades económicas ingentes en comics. En este caso no ganan los buenos ni los malos, gana la banca.

"En la guerra como en el amor, para acabar es necesario verse de cerca" ( NAPOLEÓN BONAPARTE)

No hay comentarios: