viernes, 7 de septiembre de 2007

Un Madrid misterioso

Es frecuente que en las grandes ciudades, como Madrid, la prisa nos acompañe en la mayoría de nuestros trayectos a pie. Preocupados por nuestros quehaceres y obligaciones diarias ésta nos impide alzar la cabeza y detenernos a echar un vistazo a lo que nos rodea. Nos movemos raudamente entre las multitudes a través de las atestadas calles de esta abierta e impersonal urbe confluente de tan diversos gentíos, ignorando completamente lo que sus edificios albergaron, sin ser conscientes de los hechos de los que sus piedras fueron testigos.

Madrid es un cesto tejido con muchos mimbres, una casa edificada con muchos ladrillos, una metrópoli construida con numerosas y diferentes historias. Las hay de amor, suburbanas, palaciegas, de obras, de tabernas, de venganza, de capa y espada, futbolísticas, pícaras, de parquímetros, chulescas, de la corte, de movidas, de terrorismo y tranvías, y entre todas ellas, quizás las más extrañas, curiosas e inexplicables: las leyendas de fantasmas y casas encantadas.

Hay un Madrid alejado de las tumultuosas horas puntas del metro, del trabajo estresante en grandes multinacionales, de los incómodos atascos y las ruidosas obras, un Madrid que pese al paso del tiempo se perpetúa a sí mismo como un eco en el vacío. La capital de España recoge en su seno un velo de misterio al que contribuyen decenas de testimonios a lo largo de los siglos en los que se habla de espíritus, duendes, apariciones, exorcismos, fantasmas en muchas de sus calles, edificios, parques y plazas.

Adentrémonos ahora, hijos del sueño, en el complejo mundo de lo paranormal. Hagamos un viaje por esos castizos lugares por los que pasamos todos los días sin inmutarnos, pero que, quizás, a partir de ahora, una vez nos aproximemos a ellos, nos ericen la piel y nos hagan levantar la vista, intentando percibir algún indicio de aquello aparentemente y supuestamente invisible.


PALACIO REAL- donde hoy se ubica este conocido palacio de la capital de España, a mediados del siglo IX los árabes habían construido una fortaleza para vigilar la Sierra de Guadarrama y la posible entrada de los reinos cristiano del Norte. Siglos más tarde los Austrias edificarían su alcázar en la zona.

Según las creencias populares la zona estaba llena de duendes, brujas y fantasmas. ¿Sería esta la causa de todos los extraños hechos que acontecerían más tarde en el edificio? El más importante sería quizás un incendio ocurrido en la Nochebuena de 1734, mientras el monarca Felipe V pernoctaba en el Casón del Buen Retiro, que dejaría todo reducido a cenizas. Lo cierto es que en el siglo XVII se recogía en la primitiva prensa de entonces, a través de Jerónimo de Barrionuevo y sus famosos avisos, sucesos que acontecían en el recinto: golpes, apariciones de damas, duendes, ruidos extraños…

Tras su destrucción un año después se comenzaría a reconstruir desde los cimientos. Esta remodelación se iniciaría a cargo del arquitecto Filippo Juvara, la cual sería seguida por Juan Bautista Sachetti y Ventura Rodríguez. El proceso estaría plagado de sucesos extraños, como la muerte de Juvara o los rumores de visiones de fantasmas o demonios que trepaban por los muros del palacio en su reconstrucción, ante la estupefacción de los obreros. Incluso Felipe V se decidió a llevar a cabo un exorcismo, ante estas y otras historias de este tipo.

A este respecto, casi 50 años antes, durante el reinado de Carlos II, apodado “el hechizado” se había procedido a realizar otro exorcismo a causa de un supuesto duende que recorría las estancias del palacio asustando a sus moradores.


CAMPO DEL MORO- en estos preciosos jardines, aledaños al propio palacio y utilizados antaño (hasta el siglo XVII) como escenario de torneos y cacerías, se sitúa una curiosa historia sobre un oso y un domador. El rey Juan II (cuyo reinado se daría durante el siglo XV), es bien recibido por el pueblo de Madrid, siendo obsequiado con un osezno y un domador que se instalarían en la zona. Recordamos que hasta el siglo XII este emplazamiento no contendría los vergeles como tal y hasta el siglo XIX no serían denominados como Campo del Moro.

Según dicen, el adiestrador amaestraba al animal de forma violenta. Una noche el oso escapó de su jaula, desapareciendo al día siguiente también su domador. La leyenda habla de que en las noches de luna llena los “vigilantes” de aquel campo solían vislumbrar entre los árboles las sombras de un animal y una figura humana que huía de sus garras.


MONASTERIO DE LA ENCARNACIÓN- No cabe duda que esta zona de Madrid es un hervidero de leyendas y sucesos extraños. Este castizo monasterio se encuentra en la Plaza de la Encarnación, a medio camino entre la Plaza de Oriente y la Plaza de Santo Domingo, muy próximo al Palacio Real. El origen de este edificio data de 1611, siendo construido durante el reinado de Felipe III.

Entre estos muros de piedra se conservan más de 700 reliquias. Entre ellas, la más misteriosa, la sangre de Pantaleón, la que, según se dice, sería aquella que los cristianos recogieron del santo cuando éste fue decapitado. Todos los veintisietes de julio, día que coincide con su decapitación en el año 405, ocurre un hecho excepcional: esta reliquia, pequeña y oscura, se licua, no habiéndose conseguido explicar nunca la causa de este fenómeno. Existe un documento de 1724 firmado por 13 médicos y teólogos que atestigua este extraño suceso.

Parece ser que cuando este fenómeno no ocurre es señal de malos augurios. Hasta ahora San Pantaleón no ha faltado a su cita excepto en dos ocasiones. La primera al estallar la Primera Guerra Mundial, la siguiente al estallar la Segunda Guerra Mundial. Así, San Pantaleón predijo que la sangre se expandiría por el viejo continente en ambos casos.


LA ALMUDENA- frente al Palacio Real se asienta esta catedral cuya virgen es además la patrona de Madrid. La leyenda dice que la estatuilla que contiene el templo apareció en una muralla allá por 1805. Una joven llamada María, tras una noche de rezos, organiza una procesión para buscar la figura de una virgen que se había escondido en el siglo VII para ser protegida de la invasión morisca. Según lo que se cuenta, María escuchó un grito al llegar a la cuesta de la Vega y una parte de la muralla se derrumbó. En el hueco que quedó apareció la imagen de la virgen, rodeada de velas encendidas. Actualmente en la zona de la mencionada cuesta, en un lateral de la catedral, se halla una réplica de la efigie y una placa conmemorativa de aquel suceso.

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Dado el volumen de lugares con historias inexplicables los misterios de la capital continuarán la próxima semana. No falteís a esta cita con lo inexplicable. Dormid, queridos amigos, si es que podéis...

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