lunes, 20 de agosto de 2007

RANKING: Los 10 aspectos más curiosos de París

Saludos cordiales, soñadores. Tras unos merecidos días de exilio en la vecina Francia mi retorno a la patria ya es inminente. Pese a mi ausencia de la piel de toro la labor de observador que me corresponde ha sido suplida estupendamente por mis infraalimentados duendes, no con mucho trabajo, por otro lado, dado el bajo volumen noticioso del mes actual. No obstante, las tareas del Insomne que os habla se han trasladado a la capital gabacha descubriendo y siendo testigo de algunas cosas que me han llamado poderosamente la atención.

Fruto de este viaje os traigo en forma de ranking los que son, desde mi punto de vista, los aspectos más curiosos de una ciudad con mucho, mucho encanto (no se puede negar) pero intentando huir de los típicos tópicos parisinos que todos conocemos incluso pese a no haber estado nunca allí. Así es la globalización, damas y caballeros.

-10- Pasajeros suburbanos temerarios- el metro parisino hace bastante más honor que el de Madrid al eslogan “Metro: Vuela”. Y es que la velocidad del suburbano es considerablemente superior a la del metro de la capital de España. No hay averías frecuentes, los trenes pasan más a menudo, paran poco en cada estación y permiten hacer amplios recorridos en poco tiempo gracias a la velocidad que cogen. Todo es tan veloz que incluso las puertas de salida se abren estando todavía los trenes en marcha, permitiendo a los temerarios pasajeros salir escopetados de los vagones. La pega: el mal olor y aspecto aviejado en algunas de las estaciones.

-9- Que poco vales, euro- al igual que el suburbano el dinero en esta ciudad también vuela. Los precios en comparación con España son bastante elevados, aunque en según que cosas. Por ejemplo una baguette cuesta más o menos lo que aquí, pero pedirse una coca cola o un café en un bar no baja de los 4 euros. Y a la hora de comer es conveniente llevar 20 euros en la cartera si uno quiere degustar un primer plato, un segundo plato, un postre y una bebida (que nunca se incluye con los típicos “menús” o “formules”), a no ser que encaminemos nuestros pasos al llamado Barrio Latino, lugar de confluencia de diversos restaurantes étnicos.


-8- ¿Sandwich?- Al ver los numerosos puestos de comida rápida que existen en la ciudad al visitante español es posible que le asalte un duda existencial: ¿Por qué lo llaman sandwich cuando quieren decir baguette? Y lo que es más inquietante ¿Cómo narices se pedirá entonces un sandwich de los de verdad?


-7- Un plato combinado y una cajetilla de tarantos…En París lo hacen todo a lo gran de. Si en España los típicos bares de barrio o de pueblo de toda la vida, donde uno se puede comer un suculento menú del día, tienen máquina de tabaco, en la ciudad del amour tienen un estanco entero. Básicamente los bares tradicionales de la ciudad son tres en uno: restaurante, estanco y administración de lotería. Ver la película de Amelie para más imformación.


-6- ¿Cuánto falta?- otras de las peculiaridades de su metro es la posibilidad no sólo de saber cuanto falta para que llegue el siguiente tren, sino el próximo. Algo a tener en cuenta para mitigar un poco nuestra angustia mañanera e incertidumbre temporal por acabar de perder el tren que nos hacía llegar puntuales al lugar de trabajo.

-5- Derroche acuático nocturno- curioso es que París esté calificada como una de las ciudades europeas que mejor gestiona el agua. En mi primer día de visita observé atónito, pensando en quizás alguna avería, como una boca de agua fluía a borbotones cayendo una pequeña corriente por las calles aledañas que hacían pendiente. Tras unos días descubrí que aquello no era fruto de ninguna avería, sino de un procedimiento nocturno habitual en muchas zonas de la ciudad del cual sigo desconociendo la función.


-4- Manjares callejeros- muchos han dicho que París es una ciudad que se tiene que ver haciendo el recorrido a pie. Y aunque no pongo en duda tal afirmación matizo en que más que “ver” se tiene que “oler”. Las calles de la ciudad de las luces huelen, y muy bien. Huelen a croissant, a crepe, a pasta, a verduras gratinadas, a pollo, a cocina de la abuela… porque desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la tarde muchas de las vías parisinas son museos de la comida preparada, de tan buen aroma como aspecto incluso en la a veces injustamente vilipendiada comida china.


-3- Fruterías por doquier- sumándose a esos escaparates callejeros de comida están también las coloridas fruterías, que ponen unos tenderetes en el exterior con sus apetitosas uvas, grosellas, cerezas, platanos.... Llama la atención el gran número de este tipo de comercios que hay en la ciudad, pudiendo hallar fácilmente una docena en un recorrido de 500 metros de calle.


-2- Bicicletas públicas- qué placentero es poder pasear por una ciudad como París pedaleando y más cuando el ayuntamiento nos lo pone tan facil para poder hacerlo. En la esquina de cada calle uno puede encontrarse con una especie de parkigs para bicis de uso público, que permiten, a través de una tarjeta de socio, coger una “dos ruedas” cuando nos haga falta para recorrer la ciudad pudiendo posteriormente dejarla estacionada en cualquier punto de París donde haya otro de estos numerosos aparcamientos.


-1- Cafés “cuarta pared”- en París el concepto terracita toma un sentido diferente al que tiene en España. Las terrazas de los numerosos cafés parisinos se convierten en un espectáculo más como el teatro o el cine, al igual que los bancos de las plazas de los pueblos de la España rural. La imagen lo ilustra perfectamente. La mentalidad parisina se refleja en la posición de las sillas de los cafés: los ciudadanos de París más que mirarse a sí mismos miran hacia fuera, al mundo que les rodea, se fijan en el paseante, en el viandante. Sólo les falta la pantalla y una bolsa de palomitas.

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