Los frikis se dejan ver

Cientos de “frikis” abandonaron este pasado viernes 25 de mayo sus oscuras batcuevas, frías mazmorras y escondrijos varios no para ir a comprar cómics, ver el estreno de alguna película de dudosa crítica intelectual o reunirse en su partida de rol semanal, sino para concentrarse en una fiesta en el madrileño Círculo de Bellas Artes y celebrar la tercera edición de su día, que además conmemoraba el treinta aniversario del estreno de uno de los estandartes frikis por naturaleza, Star Wars. El insomne que aquí os habla y mis duendecillos ayudantes nos confraternizamos con la causa y felicitamos por tanto de forma atrasada a todos aquellos que se consideran “frikis” y a aquellos otros “frikis” que no se consideran tal, pero que en definitiva lo son.


Es indudable que el “fenómeno friki” se ha puesto de moda. Si antaño ser friki implicaba tener unas aficiones desempeñadas prácticamente en la intimidad, hoy con la expansión de Internet y las revistas megaespecializadas los que se integran en este colectivo (por llamarlo de alguna forma) disponen de plataformas excelentes donde encontrar gente con la que compartir hobbies (y hobbits también, ¿por qué no?), experiencias, consejos y planes para conquistar el mundo.

En el pasado el término se aplicaba despectivamente a alguien raro, feo, gordo, de escasa higiene corporal, con dos cabezas, 6 dedos en cada mano y cada pie, miope, virgen, soltero, onanista y sin amigos (no cuentan los imaginarios, de papel o digitales), pero actualmente las cosas han cambiado. Porque hoy todos tenemos una afición completa o parcial, generalizada o especializada, visible o encubierta, solitaria o en compañía. Todos somos fans de algo.


Aunque cierto es que entre la temática más común de los frikis de a pie están los comics, el rol, los videojuegos, la ciencia-ficción, el cine, el manga, la fantasía, la televisión, los años 80, los dibujos animados, la parapsicología y la informática este término se aplica a cualquiera que sepa de, coleccione, practique, o regente algún hobby o manía reiterativa por muy absurdo/a que este/a parezca. Es hora de dejar de engañarse a uno mismo, de salir del armario y asumirlo. Si conoces todas las especies arbóreas de la cornisa cantábrica con su nombre en castellano y en latín, si practicas el yoga naturista con un barbudo pakistaní, si coleccionas muñecas de porcelana con los trajes de boda de las princesas de la monarquía europea, si organizas los tapers de tu congelador con nombres de canciones de los Beatles, si te has creado un blog que defiende las propiedades medicinales que tiene beber tu propio orín o si tienes el carnet de la Asociación Española Protectora de los Derechos de los Damnificados por la Cancelación Total del “Un, Dos, Tres, a leer otra vez” está claro: tú también eres un friki. Así que, pequeño esclavo de Morfeo, es inútil que sigas reprimiendo tu naturaleza por miedo a los convencionalismos sociales. Nosce te ipsum.


Una vez aclarado el concepto y asumida nuestra condición (yo la de insomne e inmortal y todos nosotros en comandita la de ser un atajo de frikis) es hora de hacerse preguntas retóricas con una música intrigante de fondo: ¿Cuándo tardará el Corte Inglés en adueñarse de esta recién nacida celebración con ánimos lucrativos? ¿Qué célebre personaje de la parafernalia hollywoodiense será el elegido para aparecer en la campaña de la Semana Friki de estos grandes almacenes? Si en San Valentín se regalan flores y bombones, en el día de la madre colonias y en el del padre corbatas ¿Qué intrincados presentes se entregarán en este recién nacido día? Y ante todo ¿Cuál será el Santo patrón escogido de entre el amplio santoral que vele por este posible “nuevo” target tan heterogéneo y ecléctico? Turbadores cuestiones que el tiempo o, quizá deba decir en estos casos, un vórtice espacio/ temporal resolverá.

“Lo bello es siempre raro. Lo que no es ligeramente deforme presenta un aspecto inservible.” (CHARLES BAUDELAIRE)